Los delirios de JL Flores

Pronto a lanzar su novela «La delirante Compañía de los sueños» en la Feria Internacional de Literatura Infantil y Juvenil, el escritor JL Flores nos dio algunas pistas sobre su nueva obra.

 

 

Más allá de la anécdota, ¿qué temas aborda La delirante Compañía de los sueños?

La delirante es fundamentalmente una novela de aventuras. Habla de crecimiento, de pertenencias y sobre todo, como dice el título, de sueños de todo tipo. ¿Qué compromisos estás dispuesto a tomar para hacer tus sueños realidad? También va de abandono y de familias, de los distintos tipos de familia. De madres e hijos, de amigos y padres lejanos. Y por último de amores, muy distintos a los de El mago del desierto.

En El mago del desierto (Ediciones SM, 2011), vemos una visión de la infancia proactiva, pero a la vez vulnerable. ¿Sucede algo parecido en esta novela?

Sigo jugando un poco con los espacios de vulnerabilidad de la infancia, sí, pero busco otra mirada esta vez: aquí, el protagonista, Gad, está claramente en conflicto con lo que se le ha dicho que es. Su padre espera que simplemente se despoje de su naturaleza, cosa que claramente no puede hacer, a veces a su pesar. Sufre la ausencia de su madre, a la que busca frenéticamente dentro del mundo que conoce, que ciertamente no es muy grande. Gad, a diferencia de Omar, se las cree saber todas, pero cada paso le va mostrando sus carencias. Y hay otros tres adolescentes con quienes comparte la acción y el espacio de crecimiento: Qo-Qó, un huérfano de las calles de Bajo Raíz; Yarawi, una niña dragón que carga con ciertas culpas incompatibles con su edad y Dalia, que ya ha pasado por muchas cosas malas, tantas, que se ha vuelto resiliente y tiene una sonrisa honesta a flor de piel.

En El mago del desierto hay muchas notas a pie de página. ¿Por qué utilizas este recurso en tu narrativa, también presente en La delirante…?

Se me ocurren muchas respuestas, cada cual más mentirosa que la otra. Si tengo que ser honesto, es por mi amor a las metaliteraturas, a transformar los espacios narrativos. Si hubiera sido posible, muchas de esas notas hubiesen ido conectadas a otros textos, como hipervínculos. Terry Pratchett, Douglas Adams y Christopher Moore los usaron antes que yo y Susanna Clarke las usa a tal punto que a veces son más largos que la prosa expuesta en una página. Creo que le da un aire de enciclopedia. En La delirante… se usan, pero como vínculo al gran libro de referencias zoológicas de Bajo Raíz, La Ecología de los Reinos.

Algunos fanáticos de la fantasía dicen que, siguiendo a Ursula Le Guin, en El mago del desierto la construcción del mundo secundario es débil, debido a la presencia de elementos reconociblesdel mundo real, como el capuchino, por ejemplo. ¿Qué opinas de esto?

Sí, dicen eso. Creo que si les molesta el capuchino, deberíamos sacar el vino y la cerveza de las novelas fantásticas. Pero no, este es mi mundo, sigue sus reglas y las tengo claras. En La delirante Compañía de los Sueños hay un chiste al respecto, pero poniéndome serio, es un mundo que amo, habito y comparto; si se transforma en un cliché me muero. Si los pusiera a tomar hidromiel, como se suele hacer en estos casos, me estaría traicionando profundamente.

¿Conoceremos más del pasado de Bajo Raíz?

Veremos algunas miradas nuevas sobre la universidad, la ciudad y el sur, pero quiero que estas crónicas queden honestas, valiosas por sí mismas. El pasado de la ciudad lo veremos aparecer lentamente, crónica a crónica.

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